Hijos de los hombres

"La persona Diego Ricardo ha muerto apuñalada tras haberse negado a firmar un autógrafo", es la noticia de portada del noticiario. "Diego Ricardo tenía 18 años y era la última persona que había nacido en La Tierra...", ampliando detalles.

Año de gracia de 2027. La infertilidad humana se ha instalado en el planeta y ha convertido la esperanza de futuro en un concepto sujeto a la interpretación de cada cual: una mayoría de gente acepta lo inevitable y se deja caer hacia el separatismo y nihilismo mientras unos pocos luchan por defender un planeta unido y los derechos de la decreciente población.

Gran Bretaña, el país de su graciosa majestad, es uno de los pocos países que ha conseguido acallar las luchas internas pero debe soportar la incesante llegada de inmigrantes ilegales a sus ciudades; cuestión ésta que tiene resuelta haciendo gala de una política dura y totalitaria: los refugiados son directamente internados en campos y deportados.

La muerte de Diego Ricardo ha ocurrido en Argentina pero, mundo globalizado, la noticia ha abierto la caja de Pandora de los atentados en Inglaterra.

Theo había sido activista miliciano, pero ahora, confortablemente adormecido emocionalmente, está reconvertido en burócrata y se ha acostumbrado a ver los toros desde la barrera. Un día, como si fuera una película, es llevado por sorpresa a ver a Julian, la mujer que fue su compañera sentimental y de lucha armada, quien ahora lidera una organización, ilegal desde el punto de vista gubernamental, y que le pide un favor casi personal: Theo debe conseguir los papeles para que una joven refugiada pueda salir del país. Theo negocia y consigue una jugosa cantidad de dinero; a cambio, deberá acompañar a la refugiada hasta el Mañana, barco que la sacará del país. Como complemento, Julian y otros irán con ellos.

A las pocas horas de iniciada la expedición, Theo se da cuenta de que la joven refugiada es portadora de un bien natural que en esta depreciada época de vida sin futuro es más apreciado que el oro.